Al día siguiente volvimos a Knysna y partimos rumbo a nuestra cabaña en Beervlei, donde nos quedamos para empezar nuestro viaje la mañana siguiente.
Nuestro primer día nos encontró con lluvia, pero así y todo llegamos a Windmeulnek, una cabaña en medio de las montañas, después de seis horas de caminata cuesta arriba y abajo. Y así cada día, algunos mejor que otros, pero siempre con la alegría de llegar a destino y de que con cada almuerzo y cada cena nos desharíamos de parte del peso que cargábamos. Comida y variedad en los platos no nos faltaron: desde panqueques con dulce de leche hasta curry, spaguetti con bolognesa de soja y algún que otro chocolate como premio al final del día. En Windmill descubrimos que había una casa de té cuando llegamos, juntamos los pocos rands que teníamos (no aceptaban tarjeta de débito y ni hablar de un cajero automático cerca) y nos pedimos un Nestea y una porción de torta cada uno. Imposible describir nuestra alegría.
En total caminamos 80 kilómetros, el úlltimo igual que el primero, con lluvia, pero cargado con un sentimiento de felicidad indescriptible.
Para los curiosos, algunas fotos más de nuestro paso por el Outeniqua Trail haciendo click acá.