martes, 17 de julio de 2012

Por quién doblan las campanas

Si Twitter hubiera existido hace doscientos años, el inventor del reloj despertador habría sido fiel seguidor del Marqués de Sade. #reflexiones previas a mi primera taza de café del día.

jueves, 12 de julio de 2012

Hay cosas que el dinero no puede comprar...

  • Envío de título a Alemania: 80 
  • Apostilla: 36
  • Traducción al inglés y al alemán: €45
  • Legalización en el Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires: 90
  • Legalización en la Universidad de Buenos Aires: €4

Saber que los tres meses y el dinero invertidos dormirán por los siglos de los siglos en algún cajón de Puan 430: No tiene precio.

martes, 10 de julio de 2012

Bookworm: in the night away she'd fly!

Hoy me descubrí sonriendo después de que la voz recurrente de Metrovías anunciara "que la línea D Catedral - Congreso de Tucumán se encuentra momentáneamente interrumpida". Recibí su "disculpe las molestias" con un suspiro de alivio y seguí leyendo. Creo que nunca me puso tan contenta que mi viaje diario al trabajo (ya de por sí largo) durara más de lo esperado.

Es que cuando estaba llegando a la estación Callao me di cuenta de que me faltaban quince páginas para terminar Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, y las doce estaciones que faltaban no iban a alcanzarme para terminarlo.

Entre mi alegría por saber que contaba con unos minutos extra y mi nueva inmersión en el libro, me acordé de cuando tenía nueve o diez años y estaba en la escuela. En un día de invierno como hoy, solía cargar libros dentro del bolsillo del abrigo y sentarme a leer cuando salía al recreo. Generalmente llevaba uno y si estaba por terminarlo llevaba dos, y claro, al poco tiempo andaba con los bolsillos rotos de cargar tanto peso. Sí, era medio rara de chica, o medio nerd, o quizás las cosas que hacían los chicos de nueve o diez años en esa época no me divertían más que alguna novela de Jules Verne o George Welles. No sé, la cuestión es que siempre éramos dos o tres las que nos sentábamos a leer en el piso del patio, de cara al sol y con la espalda apoyada en la pared. En ese entonces, el mundo y todo lo que sucediera en esos veinte minutos de recreo podía esperar.

Hoy, mientras terminaba de leer mi libro, también.

jueves, 5 de julio de 2012

Un millón de amigos

Ser psicolingüista en país tercermundista me transformó en la persona más carismática del mundo. ¡Qué difícil conseguir sujetos pero cuántos amigos nuevos que tengo! Casi casi que le gano a Roberto Carlos...