martes, 29 de mayo de 2012

Ever thine, ever mine, ever ours.

Hoy, mientras leía en el subte pensaba: ¿qué sería de Boquitas Pintadas en la era del email, el chat y los mensajes de texto? ¿Adónde iría a parar la correspondencia de Juan Carlos y Nené si tuvieran una casilla de correo cifrada con una clave ultrasecreta? ¿De qué vivirían los personajes como Celina? A veces pienso que tanta teconología nos está privando del placer de descubrir amadas inmortales,  que la velocidad del email nos está dejando sin Romeos ni Julietas y  que el día que dejemos de existir, toda la correspondencia de las grandes y pequeñas historias de amor morirá con nosotros en el ciber espacio. Qué tristeza.

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