¡Todo concluye al fin!

Hace unos días fui a Puan a tramitar mi título y a tomar la prueba de francés a un amigo de Talí. Puedo decir orgullosamente que ahora sí, soy Licenciada. Aunque no tuve mucho tiempo para registrar lo que sentí, cuando me dieron mi "vale" por un certificado de título de licenciada en trámite, tuve la extraña sensación de que no era egresada sino más bien expulsada, repelida. Así como cuando uno come chocolate hasta reventar y después no lo puede ver por un tiempo, o cuando uno hace la misma salida todos los fines de semana hasta que decide que es hora de hacer otra cosa y no puede volver a su rutina, así me sentí yo ese día.

Como era época de inscripciones había algo de gente, pero no la marabunta que hay durante la cursada. Durante ese rato que estuve pude observar algunas cosas sobre la facultad y mi vida académica que no me habían llamado la atención durante los seis años y medio que estuve en esta Alta Casa de Estudios:

-Aun siendo estudiante de Letras, nunca saqué el carnet de la biblioteca.

-En la escalera que conduce a la biblioteca hay un carrito de supermercado. ¿?

- Nunca supe quién era /es el Decano.

-No sé qué tan excelentes son las clases de Funes, nunca lo oí hablar.

-En los baños no hay jabón ni papel higiénico, pero al lado de la puerta del Departamento de Alumnos hay un dispenser de alcohol en gel.

-En el aula Che Guevara hay piso de parquet.

-No tengo idea de cómo son las peñas que se hacen cada fin de semana.

-Es mentira que "Los días de inscripciones NO se hacen trámites." (De ahí a que estén bien hechos es otra historia.)

-Nunca usé el ascensor.

- Cuando no hay alumnos, la facultad parece decente.

-Nunca, hasta ese día, había subido al cuarto y quinto piso (creo que por la falta de aire al subir las escaleras.)

-Y la más representativa de todas: Se puede salir de Puan sin haberse fumado un porro en el patio.